3.6.04

Sombras a la luz de la luna.

La noche aprendió a colarse en los escasos resquicios vacíos que quedaban entre tu piel y la mía. Se emborrachó del dulce placer que rezumaban nuestros ojos, conectados entre sí por un haz de luz imperceptible capaz de disipar el frío y la oscuridad suave, tersa que nos rodeaba, acariciándonos; queriendo participar del mágico ritual de amarnos, envidiosa de tanto derroche de ternura.
Quisiera poder manejar el tiempo a mi antojo... es tan fría mi cama sin tus brazos...

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