31.12.07

Espalda voladora :P


Ekathé -remaquillada ^^ en omóplato derecho-


Andrómeda -Nueva, en omóplato izquierdo-

°Natu agita los hombros y sale volando ^^°

21.12.07

Sed Capítulo .: XI :.

Para saber como sigue:
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Estrella fugaz

{Feliz cumple, loco... dondequiera que estés...}

18.12.07

Sed Capítulo .: X :.

(Viste como me apuré, no? :P)
Para saber como sigue:
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8.12.07

Sed Capítulo .: IX :.

Para saber como sigue:
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14.11.07

Trauma

"Bueno... a ver por dónde empiezo... no quiero explayarme demasiado, ni robarle tiempo de más. Sé que allá afuera hay gente esperando que también tiene derecho a no impacientarse.
Pero qué tanto... otras veces, mientras yo entro y salgo en cinco minutos, ellos tardan demasiado... siempre pienso demasiado en lo demás.
Ah, si, perdón, me fui de tema. Le decía... por dónde comenzar?
Empecemos por el principio, como se debe, no? Bueno, cuando yo nací, tenía los pies así.
No me mire con esa cara, no exagero, y seguro usted habrá visto casos peores... no?
Ah, no? Uh...
Pero en realidad no fue por mucho tiempo. Mis padres comenzaron a ponerme los zapatitos al revés para que se enderezaran, y con el paso del tiempo podríamos decir que se tornaron bastante normales.
Además tengo pie plano, así que de pequeña deambulé por cuanto pediatra se le ocurra, mostrando y plasmando mis plantas por doquier.
Usé muchas plantillas, zapatotes estrambóticos... pero en realidad nada cambió. Mis pies siguen tan planos como siempre.
Después, arribando a la adolescencia, como debían llevar a mi hermanito para que también usara los benditos zapatotes, como hacía mucho que no tenía una bendita visita a un traumatólogo, ahí fuí una vez más. Este me dijo que, debido a mi problema en los pies, tengo la cadera levemente torcida, debido a que una pierna es un poco mas corta que la otra. No se nota a simple vista, ve? pero el tipo me mostró, poniendo varias hojas debajo de un pie hasta que la cadera quedara normal.
Me aconsejó que tomara clases de natación. Pero Ud. sabe como son las adolescentes, verdad? Que los complejos, que la vagancia, que la timidez, y bueno, nunca fui buena para ningún tipo de gimnasia, asi que no fui. En casa teníamos una pileta, pero no es lo mismo.
Además me dió una serie de ejercicios raros para hacer, con un palo de escoba. Los hice hasta que me aburrí, y fue bastante pronto.
Después con los años empezaron a molestarme ciertas cosas. Por ejemplo, no puedo usar zapatos de taco alto, con lo endebles que son mis tobillos, más allá de que sería un espectáculo ridiculísimo, me da miedo que se me vaya a quebrar una pata...
Si si, Doctor, ya llego al meollo del asunto, pasa que lo quería poner en ambiente para que pueda comprender de dónde nace todo esto.
Y resulta que hace unos años comenzó a dolerme la cadera. No, no es solo en la parte baja de la espalda, es como... mas adentro, siento como si los huesos se chocaran, se friccionaran, que se yo... me pasa cuando camino demasiado rápido. A veces tengo miedo de que se trabe, y quedarme parada sin poder moverme, adolorida, sin poder avanzar... hasta me agarran pesadillas al respecto, Doctor.
Y tengo unos dolores de cabeza insoportables, que si no me equivoco salen de aca, ve? Es una vértebra esto? No, un poco mas abajo, ahi, si. Cuando me duele la cabeza, siento una molestia en esa zona.
Y otras veces, por ejemplo, si estoy demasiado tiempo acostada, me duele toda la espalda... Que cree que pueda ser, Doctor? Me tengo que sacar quinientas radiografias, no?
Ah, no? Ud tiene la solución? Mire que bueno!
Digame, que tengo que hacer? Porque a veces me pongo a pensar que si a esta edad tengo todas estas dolencias, cuando llegue a los 50, 60... que sera de mi esqueleto, por dios?
Estas pastillas me tomo, dice? Son analgésicos? No? Que hacen?
Que se me va a pasar todo dice? Pero son mágicas!
Y una cada cuánto, seis, ocho o doce horas? No... en serio? Pero no me harán mal si me las tomo todas juntas?
Mire que bueno, tantos medicos que vi en mi vida, y ud tenía la solución inmediata. Le agradezco infinitamente, lo vendré a visitar la semana entrante... que linda risa que tiene, Doctor, nunca se lo dijeron?
Hasta la próxima consulta, que Dios lo bendiga."

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

Un monólogo que se me ocurrió hace un tiempo mientras pensaba en que al otro día debía ir al traumatólogo... y explicarle demasiadas cosas. El texto nació imaginándome qué le diría y después se fue por las ramas XD
Lo gracioso además fue que finalmente quise explicarle al médico toda la historia, empecé por "cuando yo nací tenía los pies así..." y el tipo me miró con cara de "nena, no tengo tiempo para que me cuentes tu vida, se me enfría el té y se me humedecen las galletitas Express, para que cuernos viniste?" A lo que respondí: "me duele acá"
En conclusión, me mandó a hacer unas radiografías que todavía no me hice...
Pero tanto lío sirvió de algo :P

11.11.07

Sed Capítulo VIII

.: VIII :.
(Castigo)


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4.11.07

Me verás volver


Día común - Doble vida

Levantarás el pulgar
Te mostrare mi guarida
No te entregaras
Como piloto de prueba
Hoy no seras el rehén
De esos rumores de guerra
Cuidaremos la flor
De este planeta de arena

Es un día común
Un día común
En la superficie
Dame un día común
Un día común
Emociones simples

Solo tenemos una doble vida
Doble vida

Donde esta ese pase especial
para salir del subsuelo
Si después del temblor
Hay solo mascaras chinas
Y tu reencarnación
Tropezando en la avenida

Es un día común
Un día común
En la superficie
Dame un día común
Un día común
Emociones simples

Solo tenemos una doble vida
Doble vida
Todos tenemos una doble vida
Doble vida

Y si después del temblor
Hay solo mascaras chinas
Y tu reencarnación
Tropezando en la avenida

Solo tenemos una doble vida
Doble vida
Todos tenemos una doble vida
Siempre quisimos esta doble vida

19.10.07

De Cronopios y de Famas



Me conmueve el parpadeo final ^^ (o "Pestañeo", como prefieran... :P)

12.10.07

.: VII :. (Seducción)


El monótono traqueteo del subterráneo adormecía su mente que viajaba por parajes lejanos.
Aferrándose con ambas manos a uno de los aros bamboleantes provistos para dicho fin, perdía la mirada más allá de las ventanillas, donde las oscuridades se sucedían a toda velocidad.
No era una hora particularmente concurrida, de hecho había varios lugares vacíos donde sentarse, pero prefería mantenerse de pie y dejar su cuerpo oscilar con el vaivén del viaje.
Casi todos los ojos observaban su figura de tanto en tanto. Atraía a ambos sexos, lo sabía y no le importaba. Le abría más posibilidades.

Pisó sin querer la punta de una zapatilla frente a sus pies y murmuró un quedo "perdón".

El agredido le sonrió ruborizado, aceptando sus disculpas.
Una extraña sonrisa se materializó en su rostro al descubrir que el joven no le quitaba los ojos de encima, desbordante de interés.

Lo estudió con descaro. Vestía informal pero elegante. Un par de anteojos descansaba sobre su nariz y un libro sobre su regazo, con un dedo entre las páginas marcando la interrumpida lectura. Así hablaba Zaratustra.

"Intelectual... O un intento fallido por comprender a Nietzsche." Sonrió.
Tuvo unas repentinas y absurdas ganas de saltarle encima e hincar los colmillos en su cuello. Demasiadas historias de vampiros. Nunca era tan fácil. Debía articular todo un ritual de seducción eficiente para llegar a una instancia siquiera semejante.
Señalando el libro, comenzó una conversación filosófica que sabía podía remontar; mientras el muchacho, emocionado, intentaba estar a su altura.
Hablaron animadamente hasta que el subte llegó al final de su recorrido y con éste, la hora de descender y dirigirse cada uno a su respectivo destino.

Pero, producto de una feliz casualidad, (o poco feliz... dependiendo del punto de vista...) el joven se encaminaba a su departamento a estudiar Filosofía Política... sin demasiadas ganas.
Se ofreció a ayudarlo, con su mejor sonrisa perfeccionada milimétricamente, infalible. Él ya había caído en su red desde el primer "Perdón".
Los sucesos acontecidos en aquel departamento fueron una simple repetición de otras tantas escenas montadas con el mismo propósito. Estaba convirtiéndose en hábil artífice, creaba la situación con tanta minuciosidad que sabía lo que ocurriría a cada paso.

Le resultaba fácil, pero con el tiempo comenzaba a tornarse tedioso.
Los libros apenas fueron hojeados. En el gran escenario que conformaba la cama, éstos fueron cayendo al suelo uno tras otro, tras el veredicto recibido de sus inapelables labios. "Aburrido", "aburrido", "aburrido."
El joven, fascinado con el sólo sonido de su voz, aceptaba cualquier orden dictaminada.
Y así llegaron las caricias y los besos, lentos, interminables. Ambos cuerpos ardiendo, enroscándose, asiéndose y dejándose ir con demente desesperación.
Llegó un orgasmo solitario, sin culpa ni arrepentimiento. El joven, sudado y jadeante, sintió una venda cerrarse sobre sus ojos y sonrió.
- Así que te gusta jugar -murmuró, perspicaz.

- Shhhh... no te imaginás cuánto... -fue la respuesta, seguida por un beso silenciador. Le ató las muñecas al cabezal de la cama, desoyendo los comentarios que tan bien conocía. Dio comienzo una atormentadora sesión de caricias donde la temperatura de ambos cuerpos empezó a elevarse nuevamente.
A partir de entonces dejó de escucharlo. Solía sucederle a menudo, se sentía como en una película muda.

Su imaginación se le anticipaba, su corazón latía desaforado.
Lo besó con pasión, luego le mordisqueó los labios, despacio primero, y cada vez con mayor frenesí hasta que él se quejó y pudo sentir unas gotas de sangre en su boca.
Para compensar un poco el dolor suministrado, los besos abandonaron los labios y se deslizaron cuello abajo, más ardientes, más premeditados.
Los gemidos del intelectual maniatado se incrementaron al sentir aquella boca húmeda recorriendo todo su cuerpo. En un momento creyó sentir una punzada al costado del muslo y casi se le escapa un grito. Pero una boca ávida ocupó el lugar del dolor, con tal dedicación que enseguida lo olvidó.

Y, paulatinamente, la habitación se fue inundando de gemidos que danzaban, irrumpiendo unos contra otros, hasta caer extenuados a los pies de la cama.
Cuando el joven despertó, estaba solo. La única evidencia de que todo no había sido una jugarreta de su mente era un corte en el muslo derecho y el labio inferior lastimado.
Miró la habitación a su alrededor. Sonrió con tristeza y acto seguido, sintió un escalofrío.

3.10.07

Alejandra, siempre Alejandra....


Cantora Nocturna

Joe, macht die Musik von damals nacht...


La que murió de su vestido azul está cantando. Canta imbuida de muerte al sol de su ebriedad. Adentro de su canción hay un vestido azul, hay un caballo blanco, hay un corazón verde tatuado con los ecos de los latidos de su corazón muerto. Expuesta a todas las perdiciones, ella canta junto a una niña extraviada que es ella: su amuleto de la buena suerte. Y a pesar de la niebla verde en los labios y del frío gris en los ojos, su voz corroe la distancia que se abre entre la sed y la mano que busca el vaso. Ella canta.

Extracción de la piedra de la locura, Alejandra Pizarnik.

29.9.07

.: VI :. (Urgencia)

Más allá de su introversión, Sebastián era un tanto metódico con sus costumbres. Respetaba ciertos rituales, por ejemplo a la hora de comer. Sus horarios eran estrictos. A las doce y media del mediodía debía almorzar sin retraso, o el dolor en su estómago no le permitiría pensar siquiera. Con la cena era igual de puntual. Ocho y media. Necesitaba tiempo suficiente para hacer la digestión antes de dormir.

No podía tomar agua que no fuera mineral, ni comer frutas o verduras que no fueran frescas. Pensaba que las latas no eran dignas de contener más que cosas como pintura, pegamento… a lo sumo cacao. Pero ¿comida enlatada? No, gracias.

Algo que también solía alterar bastante su día era su imposibilidad de ir a un baño público. Ni siquiera a orinar. Ni hablar de aventurarse a entrar en uno de los baños de Ciudad Universitaria… cualquiera con el sentido del olfato medianamente desarrollado intentaría evitarlo, a menos que se tratara de una emergencia. (Aunque, a juzgar por el olor, se podría decir que todos lo que entran allí lo hacen con tal urgencia que no se fijan dónde.)
Resulta que un jueves por la mañana Sebastián sentía una apremiante necesidad de hacer pis. Lo único que podía salvarlo del desastre era que Diego aún estuviera cumpliendo su turno de trabajo en la cafetería del CBC. Ésta poseía un sanitario sólo para empleados, y Sebastián daba fe de su pulcritud. (Mérito de Dominga, la cincuentona señora encargada de la limpieza.)
Corrió disimuladamente por los pasillos en penumbras del Pabellón I. Subió de dos en dos los escalones que lo separaban de la cafetería y al entrar su rostro se iluminó al descubrir a Diego, aún tras el mostrador, acomodando bandejas y tazas.
Lo saludó con un ininteligible murmullo que pretendía explicar su situación. Su amigo asintió sonriendo. Ya estaba acostumbrado.
No hay descripción suficiente para explicar el alivio, físico y mental, que sintió una vez que llegó al baño. Sólo quienes hayan estado en una situación semejante comprenderán.
Luego de lavarse las manos, salió con una sonrisa de agradecimiento ilimitado. Diego le hizo señas de que ya casi terminaba y él se quedó a esperarlo. Podrían almorzar juntos. Eran las doce y diez.
Sentado detrás del mostrador, Sebastián paseó la vista por las empanadas y tartas dispersas en los estantes. Lo hizo por el solo placer de acariciarlas con la mirada. Cuando comía fuera de casa, siempre era lo mismo: un par de tostados con un jugo de naranja exprimido.
Distraído se hallaba cuando, entre dos empanadas de verdura, vislumbró el perfil de Ella. Un ojo grisáceo de pestañas cortas pero numerosas; la pequeña nariz, levemente respingada y una parte de su frente. Muñeca de marfil.
Contuvo la respiración unos instantes, hasta que una palmada de Diego en la espalda lo obligó a expeler el aire.
– Dale, vamos a comer algo. Ya estoy, ¿viste qué puntual? Doce y veinte. –señaló el reloj, mientras se encaminaba a la única mesa vacía que quedaba. –Ahora Juancho nos trae, ya le pedí.
Sebastián asentía con la cabeza pero no escuchaba una sola palabra, ni siquiera a su estómago que ya gruñía. Ella masticaba una papa frita de vez en cuando con aire ausente y se perdía en un libro abierto delante de sí. Estaba sola.
La mesa que ocuparían era contigua a la suya. Sebastián se sentó en diagonal a ella. Podía verla con el rabillo del ojo sin mover la cabeza.
– ¿Qué cursaste hoy, Seba? –quiso conversar Diego.
Él estaba tan nervioso que ni lo recordaba ni le salían las palabras.
– Eh… Álgebra y… mmm… Cálculo. –contestó en voz baja intentando, sin lograrlo, disimular su ansiedad.
– Uh… ojalá yo tuviera tu cerebro. El mío no aguanta esas dos materias en un mismo día.
Sebastián sonrió y se ruborizó. Diego no hablaba en voz tan alta como Sergio, pero Ella estaba lo bastante cerca como para oírlo. No quería que oyera eso. O quizá, secretamente, sí.
Juancho se acercó a traerles el almuerzo. Comenzaron a comer en silencio, cada uno su respectivo tostado. (Diego lo acompañaba hasta en el menú, y eso a él le causaba gracia y a la vez cierto regocijo)
– ¡Lu! ¡Estás sola! ¿Nos podemos sentar con vos? –exclamaron las dos chicas que acababan de entrar.
“…Lu… Luciana, Lucila, Lucía, Ludmila…” Un sinfín de nombres atropelló la mente de Sebastián. Cómo le molestaba esa manía de cercenar los nombres en una sola sílaba… Pero al menos tenía un monosílabo. “Lu”. Sonrió al tostado y se sintió estúpido.
Ella levantó la vista de su libro, mitad sorprendida, mitad fastidiada. Era evidente que aquella compañía implicaba una indeseable distracción de su lectura. Pero no había otros lugares desocupados, así que cerró el libro con resignación y las invitó a sentarse.
Diego las observó como un gato a dos suculentos ratones. Hubo algo que lo obligó a desistir, como la repentina certeza de que no tenía la más mínima oportunidad… porque volvió a concentrarse en el jugo de naranja.
Sebastián pensó que las recién llegadas parecían púberes hormonalmente descontroladas. Sin embargo, de haber mantenido la boca cerrada, aparentarían unos veintipico, igual que Ella.
Diego comenzó a contarle sobre sus exámenes. Él, mientras asentía, intentaba captar la conversación que se desarrollaba en la mesa contigua.
Hablaban de hombres, fines de semana, planes y deseos sexuales. Lu no participaba, sólo escuchaba con atención. Una de ellas describía con detalle la fisonomía y anatomía de un casi desconocido que la enloquecía. Estaba decidida a llevárselo a la cama. Lo había visto tres o cuatro veces en un pub y aseguraba que por su forma de mirarla ya lo tenía bajo las sábanas.
Ahora Diego se quejaba de su mala suerte con las mujeres.
Los dos pares de ávidos ojos femeninos se clavaron en Ella, interrogándola.
– ¿Y vos, Lu? ¿Tenés novio?
Sebastián apretó los dientes, pero Ella negó con la cabeza, masticando una papa frita.
– Ah, entonces imagino que debés estar ansiosa por la llegada del finde, ¿no? Así podés enganchar a un tipo que te caliente la cama… –ambas rieron, cómplices.
Ella ni siquiera sonrió.
– La verdad que no. –dijo con voz clara y suave, pese a su gravedad –No estoy tan desesperada. Además ese tipo de relación no me sirve. No me gusta que me seduzcan, y siento que la atracción desenfrenada se consume como un fósforo que trataras de comerte y saborear... No, la verdad que no…- repitió.
Su mirada se cruzó con la de Sebastián, que la observaba directo a los ojos con profundo respeto. Ella le sonrió.

Y, por primera vez; él, sin bajar la vista, le devolvió la sonrisa.

23.9.07

Ventanas iluminadas


La otra noche me decía el amigo Feilberg, que es el coleccionista de las historias más raras que conozco:
-¿Usted no se ha fijado en las ventanas iluminadas a las tres de la mañana? Vea, allí tiene argumento para una nota curiosa.
Y de inmediato se internó en los recovecos de una historia que no hubiera despreciado Villiers de L'Isle Adam o Barbey de Aurevilly o el barbudo de Horacio Quiroga. Una historia magnífica relacionada con una ventana iluminada a las tres de la: mañana.
Naturalmente, pensando después en las palabras de este amigo, llegué a la conclusión de que tenía razón, y no me extrañaría que don Ramón Gómez de la Serna hubiera utilizado este argumento para una de sus geniales greguerías.
Ciertamente, no hay nada más llamativo en el cubo negro de la noche que ese rectángulo de luz amarilla, situado en una altura, entre el prodigio de las chimeneas bizcas y las nubes que van pasando por encima de la ciudad, barridas como por un viento de maleficio.
¿Qué es lo que ocurre allí? ¿Cuántos crímenes se hubieran evitado si en ese momento en que la ventana se ilumina, hubiera subido a espiar un hombre?
¿Quiénes están allí adentro? ¿Jugadores, ladrones, suicidas, enfermos? ¿Nace o muere alguien en ese lugar?
En el cubo negro de la noche, la ventana iluminada, como un ojo, vigila las azoteas y hace levantar la cabeza de los trasnochadores que de pronto se quedan mirando aquello con una curiosidad más poderosa que el cansancio.
Porque ya es la ventana de una buhardilla, una de esas ventanas de madera deshechas por el sol, ya es una ventana de hierro, cubierta de cortinados, y que entre los visillos y las persianas deja entrever unas rayas de luz. Y luego la sombra, el vigilante que se pasea abajo, los hombres que pasan de mal talante pensando en los líos que tendrán que solventar con sus respetables esposas, mientras que la ventana iluminada, falsa como mula bichoca, ofrece un refugio temporal, insinúa un escondite contra el aguacero de estupidez que se descarga sobre la ciudad en los tranvías retardados y crujientes.
Frecuentemente, esas piezas son parte integral de una casa de pensión, y no se reúnen en ellas ni asesinos ni suicidas, sino buenos muchachos que pasan el tiempo conversando mientras se calienta el agua para tomar mate.
Porque es curioso. Todo hombre que ha traspuesto la una de la madrugada, considera la noche tan perdida, que ya es preferible pasarla de pie, conversando con un buen amigo. Es después del café; de las rondas por los cafetines turbios. Y juntos se encaminan para la pieza, donde, fatalmente, el que no la ocupa se recostará sobre la cama del amigo, mientras que el otro, cachazudamente, le prende fuego al calentador para preparar el agua para el mate.
Y mientras que sorben, charlan. Son las charlas interminables de las tres de la madrugada, las charlas de los hombres que, sintiendo cansado el cuerpo, analizan los hechos del día con esa especie de fiebre lúcida y sin temperatura, que en la vigilia deja en las ideas una lucidez de delirio.
Y el silencio que sube desde la calle, hace más lentas, más profundas, más deseadas las palabras.
Esa es la ventana cordial, que desde la calle mira el agente de la esquina, sabiendo que los que la ocupan son dos estudiantes eternos resolviendo un problema de metafísica del amor o recordando en confidencia hechos que no se pueden embuchar toda la noche.
Hay otra ventana que es tan cordial como ésta, y es la ventana del paisaje del bar tirolés.
En todos los bares "imitación Munich" un pintor humorista y genial ha pintado unas escenas de burgos tiroleses o suizos. En todas estas escenas aparecen ciudades con tejados y torres y vigas, con calles torcidas, con faroles cuyos pedestales se retuercen como una culebra, y abrazados a ellos, fantásticos tudescos con medias verdes de turistas y un sombrerito jovial, con la indispensable pluma. Estos borrachos simpáticos, de cuyos bolsillos escapan golletes de botellas, miran con mirada lacrimosa a una señora obesa, apoyada en la ventana, cubierta de un extraordinario camisón, con cofia blanca, y que enarbola un tremendo garrote desde la altura.
La obesa señora de la ventana de las tres de la madrugada, tiene el semblante de un carnicero, mientras que su cónyuge, con las piernas de alambre retorcido en torno del farol, trata de dulcificar a la poco amable "frau".
Pero la "frau" es inexorable como un beduino. Le dará una paliza a su marido.
La ventana triste de las tres de la madrugada, es la ventana del pobre, la ventana de esos conventillos de tres pisos, y que, de pronto, al iluminarse bruscamente, lanza su resplandor en la noche como un quejido de angustia, un llamado de socorro. Sin saber por qué se adivina, tras el súbito encendimiento, a un hombre que salta de la cama despavorido, a una madre que se inclina atormentada de sueño sobre una cuna; se adivina ese inesperado dolor de muelas que ha estallado en medio del sueño y que trastornará a un pobre diablo hasta el amanecer tras de las cortinas raídas de tanto usadas.
Ventana iluminada de las tres de la madrugada. Si se pudiera escribir todo lo que se oculta tras de tus vidrios biselados o rotos, se escribiría el más angustioso poema que conoce la humanidad. Inventores, rateros, poetas, jugadores, moribundos, triunfadores que no pueden dormir de alegría. Cada ventana iluminada en la noche crecida, es una historia que aún no se ha escrito.

Roberto Arlt - Aguafuertes porteñas.

(No es que no se me ocurra nada, o que no tenga ganas de subir cosas propias.... Es simplemente que hay tantas cosas que alguna vez lei y que quisiera que todos lo hagan, que, que, que.... ^^ Les regalo fragmentos.)

12.9.07

La soledad



Dispuesto a convertirse en el primer orador de la ciudad, se encerró en su casa y a solas, durante muchos años, practicó el arte de la oratoria. Pulía cada frase, cada inflexión de la voz, cada silencio. Ensayaba ademanes, gestos, pasos. Era capaz de repetir una y mil veces un vocablo hasta que el sonido alcanzase la perfección. Y entretanto se negó a recibir a nadie, a conversar con nadie. Temía que los demás le corrompiesen el estilo, le contagiasen sus trivialidades, sus torpezas de dicción, esas rústicas modulaciones con que habla el pueblo. Cuando, finalmente, decidió que no le quedaba nada por aprender, salió de su casa, se encaminó al ágora y en presencia de la multitud pronunció su primer discurso. Nadie entendió una palabra. “¿Qué idioma es ese?”, preguntaban los curiosos. Algunos se rieron, otros le arrojaron piedras, la mayoría se fue a presenciar las exhibiciones de los cómicos.

Falsificaciones, Marco Denevi.

11.9.07

Feliz cumple, Maxi ^^



Escúchenlo, nada mas escúchenlo :D
Te quiero un montonazo, pendejo.

5.9.07

.: V :. (Capricho)



Se las había ingeniado bastante bien para ocultar el tatuaje en casa. Quizá fuese el único lugar donde se esforzaba por ocultar las formas de su cuerpo ya tan adulto.
Sus padres creían (o querían creer) que seguían criando a una niña caprichosa y rebelde. La idea de que esa niña fuera ya toda una mujer jamás se hubiese materializado en sus mentes conservadoras. Claro que las mentes de sus amigos eran diferentes, y otro tipo de ideas reptaba lascivamente en el silencio cuando la veían y saludaban en esporádicas reuniones.
Sofía hacía lo que quería. Siempre. Sabía cómo obtener el objeto de su deseo. No le importaban las consecuencias siempre que saliera beneficiada.
Sus padres no le negaban nada que fuera contemplado dentro de las "reglas" de la casa, mientras se responsabilizara por sus estudios.
Sofía conseguía también, si lo quería, aquello que las "reglas" no permitían en casa (fuera de casa, por supuesto), y el estudio no era problema. En las pocas materias que le resultaban complicadas todo era cuestión de regular el largo de su pollera y proporcionar un par de sonrisas extra.
Excepto en Matemáticas, donde la profesora Gutiérrez, esa especie de arpía cruza con serpiente, no le daba respiro ni le perdonaba un tropiezo. No le quedaba otra opción que acudir a clases de apoyo y estudiar de verdad.

Era extraña la relación que la unía a sus amigas. La admiraban, pero al mismo tiempo y no tan en secreto, la odiaban.
Ella de alguna manera las necesitaba. Necesitaba esa admiración y también ese odio. No sentía afecto por ellas. Eran competencia. Todas las mujeres lo eran; pese a su excesiva seguridad en sí misma. Las necesitaba de contraste (o eso quería creer)... sin embargo siempre existía la espina de la duda.
"... y si ella...?" "... y si ÉL...?"
El Preceptor era su más ansiado capricho. Aunque ella lo considerara como El Amor de Su Vida.
La enfermaba. No encontraba la forma de llamar su atención. Su sola presencia la anulaba. Se convertía en una chiquilla temblorosa y ruborizada que seguía todos sus movimientos con ojos soñadores. Amaba cada mañana en que él pronunciaba su apellido y ella contestaba "... presente...". Era el único momento en que la miraba y le dirigía la palabra.
En su cabeza bullían mil estrategias para hacerlo suyo. Una más descabellada que la otra. Algunas las compartía con sus amigas, otras eran demasiado íntimas y osadas para decirlas en voz alta siquiera.

Sofía se revolvió en su asiento. Sentía picazón en las caderas porque el tatuaje aún estaba cicatrizando. No quería rascarse, sabía que lo arruinaría, pero no podía quedarse quieta. Estaba en medio de una evaluación de Matemáticas y el Preceptor vigilaba mientras La arpía Gutiérrez terminaba de completar unas planillas en Rectoría.
Sofía miraba las ecuaciones enredarse con su lapicera mientras movía frenéticamente los dedos de los pies para descargar la tensión que le provocaba no poder rascarse.
No lograba concentrarse en la hoja que tenía delante, menos aún con él allí enfrente.
Antes de que se diera cuenta estaba sacudiéndose espasmódicamente como si la hubiese invadido un hormiguero completo. Un leve murmullo interrumpido por risitas ahogadas flotaba en el aula.
-Señorita Salcedo, ¿le pasa algo?- Fue la voz que interrumpió de súbito sus pensamientos y todo movimiento involuntario. Se quedó paralizada.
"Oh... me dijo Señorita... me trató de usted! Qué horror, debió creer que tenía un ataque de epilepsia o algo así!"
Él estaba caminando hacia ella con los ojos fijos en su cabeza gacha. Ella era incapaz de levantarla y mirarlo. Estaba roja como un tomate.
Sintió una mano apoyarse en su hombro y sintió ganas de llorar.
-Sofía... ¿estás bien?
Sintió que se moriría ahí mismo. Levantó la cabeza y vio sus ojos claros mirándola preocupados. Asintió en silencio y dijo que necesitaba ir al baño.
Cuando el permiso le fue concedido, se levantó de su asiento y salió del aula lo más pronto que pudo; ante la atónita mirada de sus amigas, que no comprendían su conducta; de sus compañeros, que suponían una excusa para zafar del examen; y del Preceptor, que por primera vez dirigía sus pensamientos hacia ella como alguien fuera de la masa uniforme de estudiantes.
Sofía cerró la puerta del baño con fuerza detrás suyo. Miró en el espejo sus lágrimas caer sin control y comenzó a reir. Reía a carcajadas, como una desquiciada.
No quería que desapareciera de su cabeza esa voz.
"Sofía... estás bien?"
Quiso que existiera una manera de bloquear ese instante, plasmarlo en su mente, poder repetirlo cuando quisiera. Pero no todos sus caprichos eran concebibles.
No importaba. Se lavó la cara, lavó el tatuaje y lo secó con cuidado.
Volvió al aula, pasó frente a él con la cabeza gacha, y se sentó a terminar su examen.
El universo había conspirado a su favor. El Preceptor no le quitó la vista de encima el resto de la hora. Y su evaluación fue un collage de incoherencias encadenadas.

1.9.07

Hipopótamos voladores ^^






Moonlight Sonata. Beethoven.
Que lindo, pongo musica! ^^

25.8.07

Loca de amor


Anoche vi esta película, protagonizada magistralmente por Audrey Tautou (la misma actriz de Amelie).
La recomiendo mucho a quienes no la hayan visto aún... no puedo contar demasiado de qué trata por miedo a contar de más.
Mírenla, después me cuentan ^:^









23.8.07

Bostezo.

Libro cuarto.

Adán: - (...) En esa plenitud armoniosa que adquiere el poeta durante su inspiración, yo diría que resuenan a la vez todas las músicas posibles: resuenan todas ya, y ninguna todavía, en cierta unidad extraña que hace de todas una y de una todas las canciones posibles, y en cierto "presente" de la música por el cual una canción no excluye a la otra en el orden del tiempo, porque todas hacen una sola canción inefable...
Pereda: -¡Eso es el caos!
Adán: -¿Quién te lo ha dicho? ¡Es el caos, justamente! Así como en el Caos primitivo, antes de la creación, todas las cosas estaban, sin diferenciarse ni combatirse, así están todas las canciones juntas en el caos musical de la inspiración poética.
Pereda: -¡Ahora resulta que soy metafísico de carambola!
Schultze: ¿A que no saben lo que significa, etimológicamente, la palabra "caos"?
Adán: -¿Qué significa?
Schultze: -El vacío del bostezo.
Adán: -¿Y a mí qué?
Schultze: -A ver, ¡bostecen ustedes!
(Adán, Pereda y Ciro, intimidados, ensayan un bostezo de imitación)
Adán (con un asombro alegre): -¡Notable! ¡El bostezo es una inspiración profunda!
Schultze (triunfante, pero sin abusar de su triunfo): -Eso quería demostrar.

Fragmento de Adan Buenosayres, de Leopoldo Marechal.

17.8.07

Mariposa remendada (polilla?)

° Muchas películas me hacen llorar... incluso en partes que no son para que la gente llore...

° Tengo la manía de dibujar ojos por todas partes.

° Estoy leyendo como 5 libros a la vez.... lo peor es que a muchos de ellos estoy a punto de terminarlos y lo mas probable es que deba leerlos de nuevo para recordarlos =S

° A veces hago absurdas asociaciones de palabras/hechos que quizá sólo yo comprendo... y me tiento de risa como una desquiciada... esté donde esté, no puedo evitar reirme a carcajadas.

° La mayor parte del tiempo me importa muy poco lo que la gente pueda pensar de mí.

° Mis promesas son poco fiables... suelo olvidarlas =(

° Colecciono recipientes... cajitas, botellitas... todo pequeño... vaya uno a saber por que (psicoanalistas abstenerse, por favor)

° Tengo memoria olfativa.

° Digo mas cuando escribo q cuando hablo... (Sep, somos 2...)

° Como con la lentitud de un caracol, siempre todos terminan antes que yo... pero no puedo evitarlo... si me apuro me duele la panza! =(

° Melancólica, idealista, fiaca, celosa, llorona...

° Muchos etc a ampliar en otro momento.

Mostrando mis parches al mundo, imitando a La Celeste Silenciosa de las burbujas de sal, alias Loly ^_^
http://burbujasdesal.blogspot.com/

12.8.07

.: IV :. (Odio)


Salió de la ducha y se paró frente al espejo con el cuerpo aún desnudo y empapado. El reflejo empañado le devolvía un rostro fantasmal que no distaba demasiado de su propia imagen mental.
Después de pasar la mano por el vidrio para disipar el vapor condensado, clavó en sus ojos una mirada de intenso odio.
No era todo el tiempo consciente de ese odio, pero cuando se hallaba frente al espejo los sentía fluir desde sus entrañas.
Odiaba su imagen, que no reflejara lo que en realidad era.
Odiaba no saber cómo debería ser esa imagen, aunque tenía la certeza de que debía ser monstruosa.
Aborrecía no poder sentir como una persona normal.
Apretó los puños y los dientes con fuerza, sin dejar de mirarse a los ojos mientras sentía las lágrimas calientes rodar por sus mejillas.
Odiaba ser tan secretamente vulnerable.
Odiaba haberse sentenciado de por vida a la más estricta e inalterable soledad.
Tenía el cuerpo tenso, como si estuviese a punto de desgarrarse y dejar escapar de su interior una bestia furiosa. Sus sienes latían. Los dientes rechinaron. Los nudillos comenzaban a palidecer.
Antes que pudiera darse cuenta su mano se estrelló contra el espejo, justo en medio de sus ojos, en un desesperado intento por descargar todo el odio que se había gestado en su interior. Como si pudiese hacer añicos el objeto de su desprecio, cuya mirada seguía clavándose en la suya.
Lo que sí se resquebrajó fue el vidrio. Una grieta partió su reflejo en dos. Pasó un rato antes que se percatara de que su mano se había lastimado. Sus ojos siguieron el recorrido de las gotas de sangre con fanática abstracción.
Se llevó la mano a la boca y con fascinación, lamió sus nudillos, entrecerrando los ojos ante el sabor metálico. Sintió el calor de la incipiente excitación trepar por su cuerpo, su corazón latió desaforado.
El deseo creció y se esparció por cada uno de sus poros. Volvió a meterse tras la cortina de la ducha, como si le provocase vergüenza la mirada de su reflejo distorsionado. Sin sacar la mano de su boca un instante se masturbó hasta que el orgasmo llegó con rabiosa rapidez; saboreando las gotas color escarlata como si fuesen el más sagrado elixir.

11.8.07

.: III :. (Adoración)



"Cuello de cisne... Tiene cuello de cisne. Me desesperaría si me fuese negado volver a ver ese cuello."
Detrás de ella podía verse el río gris bajo un cielo del mismo color, que hacían juego con sus ojos. La palidez de su piel recortaba su figura del entorno y le impedía fundirse en él. Los movimientos pausados le daban un aire de pavorosa irrealidad. Inclusive el viento en sus cabellos parecía soplar con inusitado cuidado, como si fuese una estatua de sal y pudiese desmoronarse. Era tan frágil su apariencia que Sebastián sintió un involuntario escalofrío.
En ese momento ella posó la mirada sobre la suya y él pudo sentir el rubor trepar por sus mejillas. No supo si le sonrió, lo ignoró o hizo un gesto de fastidio, porque no se animó a volver a mirarla.
Así era siempre... y así sería siempre. Era demasiado tímido para hacer otra cosa que sonrojarse y bajar la vista.
Se miró los pies, deseando estar en otra parte pero sin que su repentina partida pusiera en evidencia su verguenza.
Oyó la voz de Sergio, riendo despreocupado, mezclada con la de Diego, que lo instaba a apurarse o llegarían tarde a clase.
Sobresaltado, la buscó con ojos ansiosos. No podía compartirla con ellos. Nunca comprenderían. Lo empujarían a hablarle, a acelerar las cosas. Lo urgirían a un encuentro para el que nunca estaría preparado. No, no podía contarles.
Sergio y Diego eran los únicos amigos que tenía en ese momento. Y no era mérito suyo. Ellos eran sociables por demás. Se le habían acercado, tomado las riendas de la conversación y todo fluyó solo. Estaba bien que así fuera. No podría haber sido de otra manera.
No estaba hecho para los contactos sociales. Desde pequeño había rehuído de relacionarse a menos que no le quedara otro remedio. Cada vez que cambiaba de ámbito dejaba atrás todo lazo débilmente construído.
Había pasado dos años de facultad sin dejar que se le apegaran demasiado sus compañeros, pero en el último no había podido evitarlo.
-¡Seba! ¡Ahí estás!- lo reclamó la voz de Diego.
Su mirada se perdió en el río. Nada la detuvo. Sonrió agradecido mientras sus amigos se acercaban y lo observaban extrañados.
-¡Dale, pasmado! Llegamos tarde. Ya sabés que cuando se trata de números tu presencia nos es indispensable.- lo apuró Sergio y agregó entre risas:- A menos que se trate de conseguir un número de teléfono, obvio.
Ambos se miraron divertidos y Sebastián dudó unos instantes si lo habrían estado observando un tiempo antes de llegar.
Sacudió la cabeza, se levantó y se encaminaron al aula. No había forma de saberlo porque no iba a preguntarles.
Una vez en clase, sentado junto a la ventana, se puso a contemplar el río gris bajo el cielo gris. Hacía falta su blanca figura rompiendo la monotonía del paisaje. Hacía falta su grácil cuello de cisne y su lenta fragilidad deshaciendo el espeso manto grisáceo de su horizonte.

8.8.07

La nueva cara de Llovizno

POEMA
(Julio Cortázar)
Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz, te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz, voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y cintas que dormían en la lluvia. No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo que viene detrás de tu mano, porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se disuelven en el azúcar de la fábula, y los gestos, esa arquitectura de la nada, encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro. Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo, pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa. Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino es también la luna y el espejo, busco esa línea que hace temblar a un hombre en una galería de museo. Además te quiero, y hace tiempo y frío.

28.7.07

.: II :. (Obsesión)

(Imagen Lower_Back_by_filthyrobot http://filthyrobot.deviantart.com/ )

Sofia, recostada boca abajo en la camilla, se mordia el labio inferior para disimular el dolor. Las agujas dibujaban sobre su piel unas delicadas líneas purpureas que pretendian asignar un par de alas a sus caderas semidesnudas.
No le importaba el dolor, ni el pudor ante los ojos de aquel desconocido. Tampoco las posibles (casi ineludibles) consecuencias en casa, el escandalo, los gritos... no, no pensaba en ello.
Aferraba una hoja de papel cuadriculado con un tribal alado de temblorosas lineas. Lo miraba con ojos extraviados, adorandolo, acariciandolo con la mirada.
Habia cambiado el negro por violeta... no importaba, en esencia el dibujo era el mismo. Hecho por sus manos. Cerro los ojos, lo imagino tatuando las alas en su piel y una sonrisa ilumino su rostro adolescente.
Que Sofia estaba loca por su preceptor era algo que todos sabian; excepto, por supuesto, el sujeto en cuestion.
Desde el primer dia de clases. Cuando atraveso la puerta del aula y poso la mirada sobre la inquieta masa que conformaban veintitantos desgarbados puberes enroscados entre si, haciendolos callar con su solo silencio. En ese momento ella experimento una extraña sensacion en su interior, mezcla de emocion y malestar... que volvio a manifestarse cada vez que lo veia, lo escuchaba o lo pensaba.
Para su desdicha, el nuevo preceptor no era una persona sociable. Mas bien podria decirse que era todo lo contrario; rara vez se lo oia pronunciar palabra, sin que esto afectara su labor en la escuela. Su presencia infundia respeto pero nadie podia decir con seguridad por que.
Era joven, no destacaba por su estatura ni corpulencia. Cuando hablaba su voz era suave pero firme. Sus manos, de largos dedos, parecian no poder quedarse quietas. Tamborileaban sobre los bancos, dibujaban como poseidas en un cuaderno cuando no habia mas que hacer, o apartaban los cabellos de sus ojos con gesto despreocupado, y su mirada si que era algo particular.
Cuando posaba la vista sobre uno, sus ojos parecian querer absorber toda la informacion posible de un solo golpe, aunque la expresion que reflejaban fuese de sosiego absoluto.
La intensidad de esa misma mirada a la hora de tener que poner a alguien en su lugar dejaba a los estudiantes sin aliento. Nadie quedaba con ganas de querer ser reprendido por segunda vez.
Sofia, sin embargo, no se percataba de casi nada de esto. Ella sabia que cuando el se ponia a dibujar, sus ojos brillaban con mayor intensidad. Eran mas verdes. O celestes. O grises. Nunca estaba segura. Se daba cuenta que eran claros... pero por alguna extraña razon no podia decir de que color.
Y era de ese cuaderno de donde salio el dibujo que apretujaba entre sus dedos. Lo habia sustraido sigilosamente de su mochila durante un recreo y ese mismo dia decidio que se lo tatuaria. No podia pedirselo, moriria de verguenza si se lo negaba. Y hacerlo de aquella manera le hacia sentir un vertigo delicioso.
Sus amigas le dirian mas tarde que estaba loca, y ella se reiria (con ellas y de ellas) porque no podia ser de otra manera. Estaba loca por el. Y era feliz por lo que estaba haciendo.
Imaginaba su rostro el dia que el la desnudara y descubriera que llevaba tatuado uno de sus dibujos; lo cubriera de besos, admirara lo bello que quedaba sobre su cuerpo y susurrara a su oido que la amaba con locura porque nadie jamas habia hecho por el lo que ella por demostrar su amor.
Con embelesada expresion, perdida en sus fantasias, Sofia se mordia el labio inferior. Ya no sentia dolor, pese a continuar sangrando un poco con los toques finales del tatuador. Pensaba en los ojos claros de su preceptor demiasiado cercanos a los suyos, sonriendo como nunca los habia visto hacerlo.
Claro que de ese tipo de cosas Sofia no se percataba
.

(Imagen: O_by_Onoma6 http://onoma6.deviantart.com/ )

23.7.07

.: I :. (Oscuridad)

"No.
No puedo.
No puedo dejar de hacerlo...
No.
No debo.
No...
NO."
Se tapo los oidos con ambas manos como si de esa manera pudiese acallar su propia voz interior.
El cabello chorreaba sobre su rostro en humedos mechones. No recordaba si habia sido lluvia, sudor o lagrimas.
Comenzo a temblar descontroladamente. No era frio. Tampoco miedo. Era como dejarse ir. Como liberar un monton de tensiones reprimidas. Como querer dejar escapar un grito gigantesco desde lo mas profundo de si.
"Basta."
Se obligo a detenerse. No sabia que podia llegar a suceder si no lo hacia a tiempo. Respiro hondo varias veces seguidas hasta controlar su cuerpo otra vez. Abrazo sus piernas con fuerza, enterro la nariz entre las rodillas y cerro los ojos.
Sintio la oscuridad ir apoderandose lenta de su interior al mismo tiempo que, sabia, lo hacia del exterior.
Habia cosas en la vida que era mas facil dejar ser que intentar revertirlas. Por mas que luchara contra ellas en momentos de repentina desesperacion. Terminaban resurgiendo, rebalsando, inundando, apoderandose de todo. Y en esos momentos el dolor no existia. Habia solo un sordo y ciego placer, espeso y humedo. Irresistible.
"Sangra... sangra para mi..."
Fue cayendo en un profundo sopor, hundiendose en el silencio de la noche mientras infinidad de imagenes inconexas invadian su mente.
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Esto puede ser el comienzo de otra especie de novela. No se... creo que da para largo. Ojala esta vez salga.
^^
Todavia no tiene nombre, por cierto...
Ah! Y estaria bueno que me cuenten de que sexo imaginaron al protagonista, si? Es importante. Gracias!

15.7.07

Fragil

Regalo de Nino ^^ de hace rato, y es solo un pedacito, pero me encanta! :D

7.7.07

La pelicula mas triste del mundo.


La tumba de las luciernagas (‘Hotaru no Haka’) es una pelicula animada japonesa dirigida por Isao Takahata.
Trata sobre dos hermanitos huerfanos y su intento de sobrevivir a la guerra.

Es hermosa, no lo niego. Y ella, Setsuko, te roba el corazon.... pero no recuerdo haber visto pelicula mas triste.

La imagen a continuacion es Fruit drops by *turtle-rn http://turtle-rn.deviantart.com/
Es lo mas cercano que encontre a los personajes originales de la pelicula y lo que ellos transmiten.

3.7.07

El poder de la imaginacion

Supongo que a todos les pasa... que de vez en vez una imagen, o una palabra (a otros un tanto mas complejos, un aroma) les dispara un flash momentaneo de un recuerdo que creian enterrado.
A mi me pasa todo el tiempo.
Y desde hace rato que me ronda la mente un programa de television de cuando era chiquita, que hasta... recien ^^ no estaba segura de que no fuera mas que un invento mio.
Resulta que yo recordaba una serie protagonizada por extraños personajes (lease gente disfrazada); entre ellos un ratoncito se destacaba particularmente, y estos alegres seres viajaban en el tiempo mediante una especie de tobogan O.o
Si, no me miren asi... es jugo de manzana lo que estoy tomando. JUGO, no Sidra.
Y claro, que se llamaba Burbujas, no recordaba nada mas.
Habia preguntado a un par de personas, asi como quien no quiere la cosa, a ver si compartian dicho recuerdo, pero nop. Nadie.
Nunca se me habia ocurrido buscarlo por internet (o quizas si hace un tiempo, no me acuerdo..... la cuestion es que no habia encontrado nada). Y hoy, no se muy bien por que, se me ocurre buscarlo, con determinacion, y dispuesta a encontrar algun indicio que ayudara a sujetar mi cordura.
Y encontre. Vale antes aclarar que cuando era chiquita el programa me ENCANTABA, no? Y que, en mi imaginacion, estaba BUENISIMO.
Que poderosa es la imaginacion de un niño, mecacho....
Aca va lo que encontre:
Odisea Burbujas, tal era el nombre completo, era un programa infantil de la television mexicana entre los años 1979 a 1984.
Estos eran sus personajes:

Todos vivian en la XEW y el profesor tenia que hacer algo con los animalitos tan peculiares que tenia en su laboratorio, y con su poderosisima regadera micromacromatica, los hizo grandototes y comenzaron a formar un equipo "padrisimo":
°un profesor muy inteligente, Profesor Aristoteles Galactico Memelovsky O.o Creador de fabulosos e inolvidables inventos, como La regadera micro-macro-matica =.O, El tobogan del tiempo, el Exprimidor de libros, y la singular nave Popotito 22 (una taza dispuesta boca abajo sobre un plato con patas y antenitas), con el que viajaban a traves del tiempo para conocer a personalidades importantes de la historia universal.


° una coqueta lagartija llamada Mafafa Musguito (es la verde ;) la de al lado ni idea)


°un sapo galan y simpatico llamado Patas Verdes. (muy original)

°un tierno ratoncito ^^ llamado Mimoso Raton.

°un abejorro alegre de nombre Pistachon Zigzag ( XD es buenisimo el nombre) que trabaja en un diario llamado El Chisme Cacheton.


°un cochino villano denominado Ecoloco: “Soy un destructor siniestro, amo el ruido y el smog, agua y jabón yo detesto” Parece que viajaba en algo llamado Mugremovil... (Sin palabras...).


En fin... ahora, para deleite de todos los presentes... la presentacion (valga la redundancia >.<) de Odisea Burbujas! (Rianse nomas.... de mis idealizados recuerdos, snif..)

Es muy graciosa! SON MUY MALOS! Dios! La proxima vez me quedo con mi recuerdo.

°Natu se abraza a su Mimoso Raton imaginario, les saca la lengua a todos y se va a dormir°

2.7.07

Aplastamiento de las gotas.


Yo no se, mira, es terrible como llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aqui contra el balcon con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detras de otro, que hastio. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavia no se cae. Esta prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahi va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el marmol.
Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahi mismo se tiran; me parece ver la vibracion del salto, sus piernitas desprendiendose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adios gotas. Adios.

Julio Cortazar

18.6.07

Abuela Manuela



-Al levantar una barca,
una jardinera vi
regando sus lindas flores,
y al momento la seguí;

-Jardinera tú que riegas
en el jardín del amor,
de las flores que tú riegas,
dime cuál es la mejor.

-La mejor es una rosa
que se viste de color,
y el color que se le antoja
es el color de la hoja.

-Tres hojitas tiene verdes
las demás son coloradas,
y a ti te elijo, Manuela,
por ser la más agraciada.

-Muchas gracias jardinera
por el gusto que has tenido,
tantas flores en el coro,
y a mi sola has escogido.

14.6.07

Barro tal vez...



Si no canto lo que siento
me voy a morir por dentro
he de gritarle a los vientos hasta reventar
aunque sólo quede tiempo en mi lugar
si quiero me toco el alma
pues mi carne ya no es nada
he de fusionar mi resto con el despertar
aunque se pudra mi boca por callar
ya lo estoy queriendo
ya me estoy volviendo
canción barro tal vez....
y es que esta es mi corteza
donde el hacha golpeará
donde el río secará para callar
ya me apuran los momentos
ya mi sien es un lamento
mi cerebro escupe ya el final del historial
del comienzo que tal vez reemprenderá
si quiero me toco el alma
pues mi carne ya no es nada
he de fusionar mi resto con el despertar
aunque se pudra mi boca por callar
ya lo estoy queriendo
ya me estoy volviendo canción
barro tal vez...
y es que esta es mi corteza
donde el hacha golpeará
donde el río secará para callar

(Luis Alberto Spinetta)

11.6.07

Destierro



Entrance
(Fito Paez)

Ella sólo quería tirarse de la cama
subirse a un caballo y mandar todo al diablo
soñar con alondras, bailar en una gran salón
no siempre el viaje era hermoso
a veces veía unos monstruos horribles.
que hablaban idiomas extraños y así despertaba en su habitación

Ella sentía el amor de una forma distinta en su imaginación
ella escuchaba las voces de dioses perdidos
entrance, entrance, entrance, entrance, en trance.

Cuando su madre subía por las escaleras
pensaba que un príncipe alado venia a buscarla
y así se abrazaba a su peluchón.

Ella no quiere vivir en el mundo real
en el mundo de hoy
ella tan sólo es feliz en los astros divinos
entrance, entrance, entrance, entrance, en trance.

Nena, vos siempre durmiendo, tu hermano te espera
hay que ir a la escuela

No sé porque cierra los ojos y se hace más lenta tu respiración
tu respiración.

18.5.07

1



Imagen: how_to_talk_to_strangers_by_radiophonic http://www.radiophonic.deviantart.com

Odio a la gente que cruza Avenida de Mayo sin mirar el semáforo.
Odio que la gente en invierno sea incapaz de abrir un poquito las ventanillas de los colectivos.
Odio a la gente que cuando camina delante de uno, se pare de repente a mirar una vidriera.
Odio a la gente que te firma el fotolog con un "Hola! me pasé. Pasate."
Odio que los vendedores te digan "podés levantar lo que quieras, eh?"
Odio a los hombres que creen que porque les regalaste una sonrisa pueden lograr mucho más que eso.
Odio a las mujeres que pretenden captar siempre la exclusiva atención de todos los hombres.
Odio a las viejas estiradas que te miran con cara de culo si no las dejás sentar en el colectivo.
Odio que los turistas que no hablan español pretendan que entienda su idioma, en mi país.
Yo, antisocial.
:P