18.2.14

Reflejos desiguales


Imagen: Reflection

El sonido del motor lo había hecho girar la cabeza, una pelirroja montada en una Harley le robó una sonrisa, el sol lo obligó a bajar la vista y fue entonces, cuando vio el reflejo en el agua que corría junto al cordón, que su rostro se transformó en una mueca que no fue reproducida por aquella figura que lo observaba. Huyó aterrorizado. El reflejo que lo había mirado desde el otro lado no era humano, era una cosa monstruosa con algo de anfibio, y había clavado sus ojos en él.
A medida que avanzaba, no podía evitar que su mirada desobedeciera a su voluntad de no querer saber más nada con eso, de no desear toparse de nuevo con aquella figura, y así fue como a lo largo del camino cada superficie reflectante le mostraba aquel rostro que parecía buscarlo con ansias.
Corrió hasta que las piernas fueron como fuego, hasta que la cabeza latió con fuerza y el aire dolió en la garganta reseca. Aterrado, se encerró donde pudo, lejos de cualquier superficie que pudiera mostrarle aquel ente inhumano que se empeñaba en alcanzarlo. Su parte racional intentaba prevalecer, lo que acababa de suceder era imposible, su mente debía haberle jugado una broma pesada… pero muy dentro suyo sabía que no era cierto, la familiaridad ansiosa de esos ojos sin párpados estaba taladrando un rincón de su interior que comenzaba a doler de una manera muy singular. Abrazó sus piernas con fuerza y un sollozo explotó en su garganta, deseó más que nunca no estar solo en el mundo para poder pedir ayuda.

Muy lejos de allí, por más que le pareciera tan cerca en ese momento, un joven ankiliano estaba tan entusiasmado que no sabía si reír, gritar o llorar, lo único que atinaba a hacer compulsivamente era lamerse los ojos sin descanso. Corría lo más rápido que le era posible hacia la madriguera de su madre para trasmitirle lo que acababa de ver. Sí, era cierto que las escamas parecían habérsele suavizado hasta convertirse en otra cosa, y el pelaje que le crecía en ciertas partes de la cabeza le había dado un poco de impresión, pero el parecido era notable, hasta la mueca de asombro al cruzarse sus miradas le recordó a su padre. Por alguna extraña conjunción de realidades, dimensiones, brujerías -su cerebro no podía terminar de elegir una opción acertada- ¡había encontrado a su hermano perdido!
Ahora que sabía la ubicación del portal a ese mundo hacia donde había resbalado cuando era pequeño podían ir entre todos a rescatarlo, podía juntar una gran tropa de ankilianos fervorosos por recuperar a uno de los suyos y así sería más fácil por si acaso los nativos del lugar opusieran resistencia a que se lo llevaran. ¡Sería muy emocionante cuando por fin se reencontraran!

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