24.1.07

Espejismos

"Aunque mires, no querrás ver jamás
Otra vez creí oirte llegar..."

(Reality show, Los Tipitos)


Su mente volvía a jugarle malas pasadas. Sentado en el banco de una plaza desierta creyó verla otra vez mientras anochecía.
La vislumbró con el rabillo del ojo, acercándose con lentitud, pero al girar la cabeza, ella ya no estaba.
Más tarde apareció sentada a su lado. Sonrió, fugaz, antes de desvanecerse en el aire.
Se tapó los ojos con ambas manos, se los oprimió con fuerza. Los nervios comenzaban a crispársele, y eso no debía suceder. Era un hombre tranquilo. Nada alteraba a un hombre tranquilo.
Separó las manos de su rostro y las observó intrigado, como si nunca las hubiese visto antes.
Manos que tan bien la conocían y que tanto la anhelaban.
La recordó en ayeres más apacibles, su desnudez extendida sobre las sábanas. Se recordó paseándose por por la vía lunar de su espalda como un demente sin rumbo, con la sensación de que podría morir feliz sólo caminando en círculos por aquella blanquecina piel.
Entonces recordó el precipicio... y apretó los puños con demasiada fuerza. Sus nudillos empalidecieron y las uñas horadaron la piel de sus palmas.
Se obligó a serenarse. Controló la respiración y volvió a ser un hombre tranquilo.
No quería pensar en el precipicio.
Paseó la vista por las hojas de los árboles humedecidas de rocío. La recordó tal como era al principio, antes de todo; con aquella mirada insostenible y esa risa sana, contagiosa.
En aquel entonces él ya era un hombre tranquilo, pero habia algo en esa mujer que lo perturbaba... lo estremecía. Quizás porque intuía de qué era ella capaz. Quizás porque supo que no podría evitar amarla. Tal vez porque intuyó su etereidad.
Pasó un tiempo antes que ella se decidiera a besarlo. Un tiempo de juegos, palabras e insinuaciones que creaba un ardiente vacío entre los dos, en el que se iban precipitando lentamente. Pero ambos podrían haberse derretido allí dentro sino fuese porque ella se decidió a besarlo.
Sólo entonces él se animó a tomarla de la mano, llevarla hasta su cama y hacerla suya. Bueno, suya, de prestado. Había entre ellos un tácito acuerdo de sexo sin amor y sin cadenas que los hacía momentáneamente libres.
Suya. Él quiso creer que al menos esa primera vez había sido suya de verdad. Y quizás así fuera, él nunca lo sabrá.
Pero se contentaba conque esos ojos de mirada insostenible lo miraran con deseo como nunca antes mujer alguna. Que aquella boca de risa fácil besara su cuerpo virgen, que aferrado a esas caderas y con los dedos de ella clavándose en su espalda, llegara al éxtasis para luego hundir el rostro en los cabellos desparramados sobre la almohada. Una almohada que nunca más sería la misma.
Suya, sí, esa primera noche había sido suya.
Sintió el banco de la plaza demasiado frío.
Allí estaba ella de nuevo. Tan cerca... casi podía perderse en sus ojos, casi podía dejar que lo besara y todo volvería a comenzar, y podría ser suya nuevamente por esa única vez.
Pero eran sólo espejismos. Estaba solo con su deseo y su desesperación.
Después de aquella noche volvieron a verse muchas veces. No tantas como él hubiese querido, pero era ella quien al final pautaba los cuándo, los cuánto y los cómo.
Hubo un día en que lo único permitido fueron caricias silenciosas. Y ella con ojos ausentes pretendía estar en otra parte. Hasta que amenazaron las lágrimas y tuvo que volver. Entonces lo besó, se vistió y se fue.
Pese al tácito acuerdo, él de alguna extraña manera la amaba. Estaba seguro de que ella amaba a alguien más sin ser correspondida, y por morboso que pudiera creerse, eso lo regocijaba.
Hasta que las visitas nocturnas fueron espaciándose cada vez más.
Su habitación se tornó hostil por las noches y ya no pudo dormir.
No podía buscarla. No sabía dónde. La llamó sin tregua hasta que ella accedió a encontrarlo en un café, el mismo donde se habian visto la primera vez.
En cuanto la vio entrar supo que la habia perdido. Aquellos ojos ya no se clavaban en los suyos, abrazándolos, sino que se habían tornado huidizos. Casi no sonreía y estudiaba el reloj con obsesiva frecuencia.
Cruzaron muy pocas palabras y miradas. Cuando el café se acabó ya no hubo más que hacer... y ella se levantó para irse. Él la sujetó de la mano y la obligó a mirarlo. La súplica en sus ojos lo dijo todo. Su sonrisa pedía perdón. Él no quiso perdonar, no quiso su compasión. La dejó ir.
Luego de un rato, la siguió. La vio con aquél que la arrastraba por caminos lejanos. La vio besar y abrazar como nunca lo habia besado ni abrazado. Eran las reglas. Y él era un hombre tranquilo.
Pasaron unas semanas de insoportable ausencia. Fue después de sumergirse en profundos abismos y volver a animarse a asomar al mundo, que unos quedos golpes en la puerta lo inquietaron sin razón.
Recibió un par de ojos anegados de llanto y no supo qué hacer. Su recompensa fue una infinidad de besos salados. Se despojaron de sus ropas con desesperación, como si el mundo estuviera por explotar y no los esperase ni un segundo.
Desgarradoras caricias y abrasadores besos poblaron la noche. Jamás la pasión los había embriagado de esa manera, se aferraron el uno al otro como náufragos desesperados en medio de la tormenta. Y al llegar la calma, la confusión descendió sobre él como una niebla helada poblada de preguntas.
Sus manos sobrevolaron la desnudez de aquella espalda infinita mientras ella dormía a su lado. Recorrieron valles y hondonadas sin cansarse hasta que una voz somnolienta pronunció un nombre que no era el suyo. Entonces se desmoronaron por el precipicio.
La negrura lo tragó por completo. Y ahora, sentado en el banco de una plaza desierta, creía verla aparecer teniendo la certeza de que ello no era posible.
Se miró las manos una vez más... aún anhelaba su contacto... y una tristeza enorme lo embargó.
Recordó su mirada insostenible... su risa fresca... Ya no era suya. Ya jamás lo sería, la había perdido desde mucho antes que ese último café.
Una sirena sonó en la noche. Venían por él.
No era suya pero no sería de nadie más...Se miró las manos y sintió un escalofrío.
No iba a resistirse. Era un hombre tranquilo.

1.1.07

Feliz 2007

SEp... asi quedamos toooodos despues de la noche del 31 ^^
Que el 2007 sea alucinante para todos. Millones de besos ya abrazos.
Chin chin, salud!!!

Imagen: The_Sleeping_Panda_Club_by_mree
http://www.mree.deviantart.com/