22.7.09

Intento fallido

Imagen: Sandra 3

«Caminaba por la calle sumido en sus pensamientos. Ajeno al frío que azotaba su rostro de ceño fruncido. Fumaba con tal concentración que parecía que dicho acto fuese lo más importante de su mundo. Y podía serlo... por qué no.
Pensaba en las ausencias que atormentaban su alma... se daba cuenta de que era el hueco que dejaban más que las personas ausentes lo que lastimaba su orgullo. Su vida era una gran colección de ausencias.
Escrutó la oscuridad. Faltaba poco. Palpó la llave en el bolsillo de su abrigo e intentó concentrarse en su itinerario. Era raro... no conocía el camino, pero sus pasos lo guiaban a su seguro destino, como si alguien escribiera sus actos detrás de un destartalado teclado. Porque debía ser uno bastante desvencijado, si era su vida lo que en él se escribía.
Hace diez años que vivo aquí y continúo siendo un extraño..., sonrió, con una ironía que se había hecho carne en él desde ya no recordaba cuándo.
Ya casi llegaba. Lo sentía en los huesos. Una especie de cosquilleo premonitor. No recordaba de dónde había salido la llave. Sabía tan sólo que estaba en su bolsillo y debía utilizarla en esa puerta. Esa noche, a esa hora, como si un designio supremo lo arrastrara hacia allí, como si no le quedase otra alternativa.

Cuando vislumbró el frente de la casa en penumbras, supo que había llegado. Arrojó la colilla en la zanja que bordeaba el cordón y sacó la llave que llevaba en el bolsillo.
El interior parecía estar a oscuras. De tanto en tanto un pálido fantasma de luz bailoteaba en algún punto de la vivienda.
Los fantasmas ya no lo asustaban. Su vida se hallaba poblada de ellos.
Se le cruzó por la mente llamar a la puerta, sin embargo aquel objeto metálico le quemaba entre los dedos, incitándolo a entrar sin más rodeos.
Introdujo la llave en la cerradura y al hacerla girar sintió una presencia que lo llamaba desde la penumbra. Empujó la puerta, haciéndola chirriar sobre sus goznes, abriéndose paso hacia la incertidumbre que atraía a todo su ser como un anzuelo.
¿Estaría soñando? Demasiado real era el sonido de la puerta al volver a cerrarse a sus espaldas como por encanto. Demasiado real el frío, la oscuridad, las ansias y ese llamado... ¿cómo podía sentirse llamado sin palabras?
La mortecina luz de una vela lo guiaba hacia esa habitación, esa misma de donde provenía la sensación de urgencia.
Con paso lento pero decidido, avanzó hacia su destino.
La luz era bastante débil, pero podía identificarse una figura femenina envuelta en sábanas en medio de la estancia. Su largo cabello negro contrastaba con la palidez de su piel y ondeaba a su alrededor en el viento que entraba por varias rendijas en las paredes, dándole un aspecto casi sobrenatural.
Lo reconoció con una sonrisa y abrió sus brazos en una invitación silenciosa.
Él se acercó con cautela, sintiendo algo extraño despertar en su interior. La miró a los ojos, se sintió caer dentro de ellos.
Era ella... pero no podía serlo... Ella, cualquier ella... una ausencia más de su colección. Pero una que podía ser un compendio de todas ellas.
Se acercó a la figura que lo esperaba quizá desde siempre.
Lo inundó de besos como rocío; toda ella olía a jazmines, a tierra húmeda y selva. Los ojos oscuros, desde el rostro de nácar, resplandecían de amor y deseo.
No pudo resistirse. La sensación de irrealidad persistía en su mente, pero sus sentidos no podían estar mintiendo. Estaba entre sus brazos, deseaba hacerla suya más que ninguna otra cosa.
Aquellas manos parecieron responder a sus órdenes y lo despojaron de su vestimenta con lenta solicitud, alimentando el fuego que atentaba con consumirlo.
Cuando sus cuerpos se unieron al fin, sintió que había nacido, crecido y vivido toda su existencia apuntando a ese único momento. Todo había valido la pena para alcanzar esa instancia de placer y completud que lo inundaba.
Cerró los ojos porque no soportaba la visión de tanta belleza. Las lágrimas cayeron sin remedio, sin vergüenza, sin dolor.
Escuchaba a su compañera compartiendo su mismo placer y no podía existir mejor música que aquella.
De pronto sus gemidos se confundieron con el sonido del viento, su cuerpo adquirió la liviandad del aire... el placer menguó hasta desaparecer.
Abrió los ojos para encontrarse con los brazos vacíos. Su soledad desnuda en una cama ajena y desconocida. No había nadie con él.
Después de unos minutos de desconcierto y desesperación, sus ojos se iluminaron con una furiosa comprensión.
Se dio vuelta buscando con la mirada el lugar donde sabía debía descargar su indignación, la cólera que le producía semejante estafa. Lo encontró, sus ojos acusadores se clavaron...»

...en mí. Tuve que abandonar el teclado y esconder el rostro entre mis manos ante la intensa e inesperada sensación de saberme descubierta.

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No se puede hacer lo que una quiere con el destino de los personajes... por más que queramos que sean finalmente felices, su esencia determina su destino :P

Fue muy gracioso escribir esto, porque lo primero que tuve fue el título y una idea que distaba bastante del resultado final. Comencé a escribir con esa idea inicial en la cabeza y a medida que avanzaba me convencía cada vez más de que no saldría lo que yo pretendía. Lo abandoné a la mitad o menos.
Esta mañana me levanté de un salto y me senté frente a la máquina porque ya sabía cuál era el desenlace correcto.
Y así salió :lol: Una cosa loca.
Ustedes dirán qué les parece :aww:

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