8.7.04

Arbol de pelusa.

En puntas de pies danza alrededor de etéreas piras multicolores.
Rasga la oscuridad con su inmensa sonrisa luminosa mientras sus ojos afiebrados dibujan haces en el aire.
¿Quién osaría interrumpir tan bello ritual?
Sin embargo a veces juego a salpicarle palabras, tan solo para ver como su sonrisa se enreda en ellas con infantil placer.
Quizás pretendo descubrir el por qué de la imposibilidad de cantar la música de su voz.
Me siento a observar.
Un pedazo de tiempo se desliza en mi bolsillo y germina en un árbol de pelusa.
Un par de chispas se desprenden de las fogatas y decoran el árbol que danza muy despacito rozándome la barbilla.
Lo riego con palabras y me quedo a beber el rocío de la noche de sus ramas...
Las cosas que pueden ocurrir ante la danza de un cronopio!




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