12.11.06

Pequeño mendigo

Hay un niño, con la cara pintada de mugre, que recorre las calles del Microcentro porteño pateando una botella de gaseosa.
No debe tener dos años aún y me asusta no verlo sonreir.
Camina de la mano de un hermano quizás postizo, y mira a la gente con unos inquisitivos ojazos que aflojan bolsillos. Y las monedas brotan.
Pero Gabriel no entiende lo que sucede en ese extraño intercambio.
Patea su pelota-botella entre los apresurados transeúntes que lo esquivan casi sin verlo.
Y cada tanto se les escapa sin querer, porque para él la calle es su casa y por qué no va a tener permiso para correr por donde quiera.
Si uno se puede despatarrar en el living de su casa, no?
Gabriel no ríe porque nunca aprendió a hacerlo...
Gabriel no ríe porque no tiene razones para ello...
Gabriel no ríe porque no reir es su trabajo.

No hay comentarios.: